Queridos amigos y colegas,
Hoy nos reunimos con profunda tristeza para despedir a un gran hombre, el Dr. Javier Zamudio. Conocí a Javier hace más de 30 años, cuando tuve la fortuna de ser su alumno. Desde entonces, se convirtió en una figura fundamental en mi vida, no solo como mentor, sino también como un amigo cercano.
Javier era un profesional excepcional, cuya pasión por la medicina y la enseñanza era evidente en cada cosa que hacía. Era un formador incansable de recursos humanos, siempre dispuesto a compartir su vasto conocimiento y a inspirar a las nuevas generaciones. Gracias a su visión, muchos bioquímicos y biólogos encontraron su camino en la carrera de endocrinología, ampliando así el horizonte de nuestra profesión.
Javier no solo destacó por su trabajo clínico, sino también por su liderazgo en la comunidad médica. Fue el creador de la Federación Argentina de Sociedades de Endocrinología (FASEN) y tuvo el honor de servir como presidente de la Sociedad de Endocrinología y Metabolismo de Córdoba (SEMCO) en dos ocasiones. Su compromiso con el avance de la endocrinología en nuestro país es un testimonio de su dedicación y su pasión por la medicina.
Pero más allá de su excelencia profesional, Javier era una persona maravillosa. Siempre tenía tiempo para largas charlas después del consultorio, en las que compartíamos no solo nuestras inquietudes profesionales, sino también aspectos de nuestras vidas personales. Estas conversaciones no solo enriquecieron mi conocimiento, sino que también forjaron una amistad sólida y duradera.
El impacto de Javier en nuestras vidas es inmenso. Su dedicación, su humanidad y su capacidad para ver lo mejor en cada uno de nosotros dejaron una huella imborrable. Fue un ejemplo de cómo la medicina puede ser una vocación vivida con entrega y amor por los demás.
A su familia y amigos, quiero expresarles mi más sentido pésame. Sé que las palabras no pueden aliviar el dolor de su pérdida, pero espero que encuentren consuelo en saber cuánto significó Javier para todos nosotros. Su legado vive en cada uno de nosotros, en cada paciente al que atendió y en cada profesional al que inspiró.
Descansa en paz, querido amigo. Tu memoria y tu enseñanza perdurarán para siempre en nuestros corazones.
Dr. Darío BRUERA